domingo, 21 de febrero de 2010

Contra el fascismo y el capital ¡¡organización!!


La receta para salir de la crisis capitalista es la de siempre: Ofensiva capitalista en el terreno militar, político y económico con el fin de exprimir al máximo a los trabajadores y a los pueblos oprimidos del mundo.
La ofensiva del capital en el exterior de nuestras fronteras tiene la forma de guerra imperialista. Que mejor que una guerra para reactivar la industria militar tan necesaria para el nuevo rearme a gran escala que los Estados imperialistas están llevando a cabo en pro de la seguridad del mercado internacional. La espada de Damocles ya pende sobre Yemen y Pakistán, a pesar de que son “países amigos”. El primero porque es zona obligada de paso para todos los petroleros que hacen la ruta Irak-Europa. Y el segundo, que ya es bombardeado a diario por la OTAN, porque es una zona militar clave en “el avispero centroasiático” con salida al océano Índico, con vistas al interminable frente de Afganistán y, sobretodo, limítrofe con la India, otra potencia imperialista a quien EEUU, China y la UE quieren contener. Aunque el imperialismo indio tiene de momento bastantes problemas internos: el Ejército Popular de Liberación, organismo generado por el PCI (maoísta) controla casi 1/3 del territorio y sigue desarrollando la Guerra Popular contra el Estado hindú. Además de estas “nuevas aventuras” que el imperialismo quiere emprender (todo dependerá de la correlación de fuerzas de unos y otros) siguen abiertas las guerras de Afganistán y Palestina, grandes manchas en las banderas blancas de los dueños del mundo que quieren mostrar su cara amable en Haití, país caribeño en el que un terremoto ha causado decenas de miles de muertos. Recordaremos, ya que en la TV parece que se les ha olvidado, que Haití sufre una ocupación militar por parte de la ONU desde el 2004 cuando las democracias capitalistas decidieron expulsar del poder al presidente elegido en las urnas por el pueblo haitiano. Haití, país más pobre de Latinoamerica, depende por completo de EEUU y Europa pues su economía ha sido destruida por el imperialismo. La inmensa mayoría de los muertos en esta catástrofe, pertenecían a la clase trabajadora. Expulsados de sus tierras por las políticas coloniales desarrolladas por EEUU desde 1925, tuvieron que irse a vivir a las ciudades donde empobrecidos como mano de obra barata y con menos de 2 dólares al día para malvivir, han ido construyendo durante décadas sus casas sin recursos técnicos ni económicos. Ya sea por caer de un andamio, por un terremoto o por un misil democráticamente teledirigido, el caso es que en este mundo siempre mueren los mismos: los parias, los pobres, los proletarios, los desheredados.
La ofensiva del capital no solo será de puertas a fuera. La necesidad que tiene la burguesía monopolista de iniciar rápidamente un nuevo proceso de acumulación de capital para salir de su crisis, se realizará a costa del proletariado. Los pocos derechos que los trabajadores hemos arrancado a la bestia capitalista tras dos siglos de lucha obrera, serán recortados o incluso eliminados por el aparato político de la burguesía si a esta no le supone grandes quebraderos de cabeza. Y es que las victorias que la clase obrera obtenga en su lucha contra la burguesía serán efímeras mientras sea el capital quien siga ejerciendo su dictadura de clase. A punto estuvieron las sanguijuelas de la UE hace año y medio de emplumarnos la semana laboral de 65 horas (que sufren ya nuestros hermanos de varios países de la UE). En el Estado español la novísima Ley de extranjería impulsada por el PSOE-GAL junto con el PP, que entró en vigor el 1 de Enero de 2010, será aun más dura con los trabajadores inmigrantes ya que limita el derecho a la reagrupación familiar y amplia los plazos de retención para “sin papeles” de 40 a 60 días en los Centros de Internamiento para Extranjeros, sinónimo progre de cárcel o campo de concentración para inmigrantes. Esta Ley permite además que se abran expedientes de expulsión contra las mujeres “sin papeles” que denuncien maltratos siendo todo un ejemplo del carácter integrador del Ministerio de igualdad y de todas las leyes de esta putrefacta democracia. El ministro de trabajo ya nos anunció que la Seguridad Social también será renovada para ampliar la edad de jubilación, se les debe pasar muy pronto el tiempo sentados en sus lujosos despachos a estos parásitos sociales llamados políticos. Y ya se nos echa encima una nueva reforma laboral que abaratará el despido (cosa que ya hicieron en 1985 y en 2002) y limitará los derechos colectivos de los trabajadores para así facilitar a la patronal la “negociación colectiva”.
Estas reformas vienen precedidas de un nuevo pacto de Estado y es que tras varios titubeos (entre las clases dominantes también existen contradicciones) por fin se han puesto de acuerdo gobierno, patronal y aristocracia obrera o sindicatos. Y es aquí en el papel que están jugando los sindicatos en esta coyuntura socioeconómica donde se ve reflejada la situación actual de la clase obrera: Los Partidos reformistas, con el PCE a la cabeza, y los sindicatos mayoritarios entraron a formar parte del entramado de relaciones del bloque dirigente durante la llamada transición política, abandonando al proletariado y vendiéndose a la burguesía por un plato de lentejas. Así la clase obrera quedó desprovista de sus propias organizaciones de clase, perdiendo la independencia política, ideológica y orgánica que conquistó a principios del s. XX. El proletariado desorganizado y sin objetivos de futuro, más que el de reproducir los medios que lo condenan a la esclavitud asalariada, está inmovilizado ante la ofensiva del capital y como mucho, se limita a realizar acciones desesperadas que van desde el secuestro de directivos hasta la colocación de explosivos en las fábricas con el único objetivo de no ser despedidos. Estas acciones, que acontecieron en distintas fábricas de Francia en 2009, están llenas de un sano odio de clase contra la burguesía pero al no ir contra lo que subyace a la relación capital-trabajo, que es el sistema de producción capitalista, solo apuntalan la posición del obrero como asalariado cuando de lo que se trata es precisamente de acabar con tal situación mediante la Revolución Social.
Pero estas acciones demuestran a la vez que la incapacidad momentánea de la clase obrera su potencial revolucionario ya que con un mínimo de organización y haciendo caso omiso a las leyes que dan el monopolio de la violencia al Estado, puede hacer temblar todo el orden social existente como nos han enseñado los trabajadores de Grecia estos dos últimos inviernos pues con sus algaradas han obligado al Estado a movilizar a miles de policías, que detuvieron a más de mil manifestantes en tan solo una semana.
La represión contra el movimiento obrero y todos sus frentes es otra de las formas que adopta la ofensiva del capital para salir de su crisis: En Hungría las autoridades fomentan los desfiles paramilitares de la “Guardia Húngara”, organización fascista utilizada por la policía como fuerza de choque durante las manifestaciones obreras y antifascistas. En Italia el Estado promovió la creación de “patrullas ciudadanas” formadas por partidos de extrema derecha, para que denuncien y detengan a inmigrantes y gitanos. Además en las afueras de Roma se ha creado un gran gueto para encerrar a gitanos y a rumanos. En Francia más de 5.000 inmigrantes fueron detenidos en una sola noche a las afueras de París y sus casas, chabolas a las que les expulsó el sistema capitalista, fueron echadas abajo por ese mismo sistema. En ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia también son constantes las detenciones masivas de inmigrantes en los barrios obreros. En Euskal Herria, con la excusa de siempre, el gobierno español pretende ilegalizar al sindicato LAB, segundo sindicato de EH, casualmente tras ser el principal promotor de la única huelga general que ha habido en el Estado desde que empezó la crisis.
La represión y la limitación de nuestros derechos se corresponde con lo que ya advertíamos al principio, que es la necesidad de reiniciar el proceso de acumulación de capital que tiene la burguesía, proceso que requiere de la puesta en tensión de todos los aparatos coercitivos que tiene el Estado (desde las leyes hasta el Ejército) y que tiene como resultado la fascistización de la sociedad para así hacer más cómoda la vida de los explotadores. Por eso nos inundan las calles con cámaras, con seguratas y con policías. Por eso menguan nuestra libertad de expresión con las “ordenanzas cívicas” y limitan la libertad de reunión y manifestación de la clase obrera, sobretodo de los inmigrantes, y criminalizan y persiguen a los movimientos populares como al MLNV, al movimiento okupa o al antifascismo.
Ante esta ofensiva, debemos recuperar nuestra independencia política y organizativa que en otro tiempo nos permitió luchar por y para los intereses de nuestra clase, que pasan por la destrucción de la esclavitud asalariada, origen verdadero de todos nuestros males y base material del capitalismo y del fascismo. No vale con pensar lo que está bien y lo que está mal. Hay que actuar en consecuencia y adoptar una postura beligerante, organizarse contra el capitalismo y sus instituciones pues solo así los ideales de justicia social y libertad podrán hacerse realidad. CONTRA EL FASCISMO Y EL CAPITAL ¡ORGANIZACIÓN!

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