jueves, 22 de abril de 2010

EDITORIAL: ESTO SOLO LO DESTRUIMOS ENTRE TODXS

DESCARGAR EN PDF NUPA nº 8: http://www.kaosenlared.net/media/19/19779_1_NUPA8.pdf

La cosa se ha puesto seria. Cuatro millones de parados después de que se iniciase esto de “la crisis”, la maquinaria propagandística nacional se ha puesto en marcha. Las Cámaras de Comercio han lanzado una ofensiva ideológica en forma de “inocente” campaña ciudadana a la que han tenido el gusto de llamar “Esto solo lo arreglamos entre todos.org”.

La campaña consiste en convencer al “conjunto de la sociedad” de que el sistema capitalista y la dictadura burguesa son lo mejor de lo mejor y de que no es el momento ni de la lucha de clases ni de buscar culpables (no siendo que los encontremos), sino de la unidad del País para salvarlo de los peligros que lo acechan. Esta campaña solo pretende dar a la sociedad un aire de cambio pero sin que se ponga en tela de juicio el sistema político y económico vigente, que “casualmente” es el origen material de la situación que vivimos.
La farsa de la campaña consiste en negar la lucha de clases y presentar al Estado español, eso que algunos nostálgicos dan en llamar nación, como una sociedad armónica en la que los intereses sociales no están determinados por la situación respecto a los medios de producción (lo que nos divide a grosso modo en proletarios y burgueses) sino que estos vienen dados por nuestro lugar de nacimiento, en este caso un trozo de la Península Ibérica. Así todos somos iguales y podemos llamarnos sin complejos ciudadanos españoles: El obrero parado y el patrón que lo despidió, el estudiante anti-bolonia y el policía antidisturbios, la prostituta y el proxeneta, el proletario hipotecado y el banquero usurero , la trabajadora que se mata a hacer horas extras y el cabrón que nunca se las pagará, el que no llega a fin de mes y el diputado de turno… todos sin excepción debemos unirnos como buenos ciudadanos e ir fraternalmente hacia un futuro que nos mantendrá a la mayoría hipotecados, explotados, parados, o mendigando pero que al menos podrá devolver las estadísticas nacionales a los altos puestos de la clasificación mundial para orgullo y satisfacción de los Emilio Botín y los Amancio Ortega. Y es que quienes se preocupan por la “unidad de toda la sociedad” y han pagado esta campaña de Cruzada en defensa del Sacrosanto Capital son: Telefónica, Iberia, El Corte Inglés, BBVA, Banco Santander, La Caixa, Caja Madrid, Repsol, Cepsa, Endesa, Iberdrola, Red Eléctrica, Mapfre, Renfe, Abertis, Mercadona, Indra y la patronal de la construcción, Seopan.
Para la puesta en escena de su propaganda, nuestros burgueses han preparado una ensalada en la que mezclan a unos cuantos emprendedores de esos que se han hecho a sí mismos, a empresarios como Andreu Buenafuente (productor televisivo) y Ferrán Adriá (empresario hostelero que ya ha colaborado en otras campañas de propaganda de la OTAN), a ultraderechistas como el también empresario Carlos Sainz y a intelectuales de la talla de Pau Gasol y Fernando Romay. Pero lejos de ser una campaña “inocente” el trasfondo político de la mentira, que niega la lucha de clases y antepone la unidad de la patria a cualquier lucha obrera, es el del nacionalsocialismo que aquí impusieron los burgueses de antaño de la mano de los terroristas con camisa azul. La base de la ideología fascista era la negación de la lucha de clases y la concepción de la nación como una unidad inquebrantable y en la que no podían existir contradicciones. Goebbles propagandista oficial del régimen nazi plasmaba en su propaganda una Alemania en la que todos debían remar en la misma dirección animando a “toda la sociedad” a que trabajase por ese “idílico” Tercer Reich en el que nadie debía quedar al margen pues todo era por el bien de la patria. La realidad es de sobra conocida por todos. Mientras Goebbles y sus perros hablaban de la raza superior y de la unidad de obreros y patrones, millones de trabajadores alemanes eran exterminados por el gobierno nazi; los rojos, los judíos y los gitanos eran enviados a los crematorios y el Estado Mayor del Reich preparaba su ofensiva sobre los trabajadores del mundo que para la primavera del 45 ya habían reducido a escombros ese imperio ario que iba durar mil años.
En la actualidad, aunque las formas que reviste la bestia capitalista difieren de la Alemania nazi, nos venden igualmente el cuento de la unidad social en torno a los valores y principios del imperialismo mientras encierran a los “sin papeles” en prisión, persiguen y torturan a los independentistas vascos, coartan nuestros derechos civiles y políticos, desatan odiosas guerras de rapiña en los países oprimidos y son los responsables directos de la muerte de millones de personas por hambre y enfermedades de fácil curación.
¿Pero la historia no se había acabado?

La campaña “Esto solo lo arreglamos entre todos.org” de la patronal española resuena como una señal de SOS de un barco a la deriva, algo que no deja de ser curioso porque hasta hace poco el triunfo capitalista era incuestionable para esos curas con traje y corbata que se autodenominan periodistas y “creadores de opinión”. Cuando a principios de los años 90 el bloque del Este se fue a pique por sus contradicciones internas, la burguesía internacional (incluidos los burócratas del Este) gritó al unísono que la historia había llegado a su fin y que la lucha de clases se había acabado. El capitalismo y la dictadura burguesa bajo careta parlamentaria eran, según los dirigentes, el culmen del desarrollo de la humanidad. Como Hitler en los años 30, los demócratas de Washington y Bruselas dieron el máximo volumen a sus altavoces para dar la buena nueva de que su Imperio iba a durar mil, dos mil o tres mil años, lo que hiciese falta, porque como sistematización de la perfección del hombre no habría nada ni nadie que lo pudiese hacer tambalear.
Pero pocos años después de que los demócratas se tirasen este farol sus cartas se han destapado por sí solas. Todo era mentira y la partida, la lucha de clases, sigue adelante: Le petit Sarkozy dijo en 2008 que el capitalismo debía refundarse, aunque desde arriba claro como los cánones de la dictadura burguesa imponen. La UE hace aguas, Gran Bretaña no quiere saber nada del euro y Alemania quiere olvidarse de sus amigos del Mediterráneo. Grecia es hoy una ruina política y económica en la que la policía ha sido rearmada con armas de asalto para defender la democracia de los peligrosos trabajadores que se han cansado de obedecer al patrón y al Estado. La Revolución Proletaria y Campesina en la India hace temblar a la “mayor democracia del mundo”. El imperialismo norteamericano se ha visto obligado a darle un toque multirracial a la fría y desprestigiada Casa Blanca. El despliegue internacional de tropas sigue creciendo y los yanquis aumentan sus contingentes en Latinoamérica (en especial Colombia y Perú donde combaten la Guerra Popular) y Afganistán. Los gobiernos del mundo han tenido que romper la hucha estatal para que el sistema financiero no se fuese a pique y con él todo el sistema imperialista mundial. Y todo esto mientras la mayoría de las masas explotadas del mundo siguen creyéndose la trola de que la lucha de clases acabó y no han movido un solo dedo contra el sistema.
Pero como los capitalistas siguen teniendo las mejores cartas se han vuelto a tirar un farol: “o nuestro sistema o ninguno” repiten a los cuatro vientos. Ya sea por la amenaza militarista contra los pueblos en lucha o mediante apocalípticas predicciones para los explotados de los países civilizados (la gripe A, la gripe aviar, la guerra química, el islamismo, el terrorismo internacional, el desastre ecológico…) el capitalismo intenta mantener una psicosis general que paralice a las masas y las lleve a conformarse e incluso a ser agradecidas con lo que ya tienen. Al rebelde le dicen “pórtate bien, no nos jodas el invento o iremos a por ti” y al conformista “no te quejes, más vale pájaro en mano que ciento volando”. Lo que sea, con tal de posponer en el tiempo ese momento en que los trabajadores adquieran conciencia revolucionaria y la plasmen en praxis revolucionaria para destruir el régimen social burgués.

El capitalismo es la crisis, solo existe una salida

Con la campaña “arreglarlo entre todos” nos dicen que no es el momento de pensar, ni siquiera de indignarse, sino de trabajar y callar como siempre para no generar una crisis social que ponga en duda su modelo político. Nos piden en definitiva que tomemos partido. Y eso debemos hacer pero no junto a ellos sino contra ellos porque la Rebelión se justifica. Las clases dominantes siempre han justificado la represión, la opresión y la explotación y es lógico que así lo hiciesen, como también es lógica la rebelión de los dominados. Lxs trabajadorxs no tenemos que arreglar un sistema que nos condena a vivir para trabajar sino que debemos organizarnos en todos los ámbitos sociales para derribar al sistema capitalista y al Estado burgués. Para acabar con nuestros problemas lxs obrerxs no necesitamos empresarios emprendedores ni salvadores de la patria, no tenemos que esperar las soluciones de quienes dirigen nuestras vidas. “Simplemente” necesitamos esfuerzo, conciencia, organización y lucha.
“No esperar más, es, de una u otra manera, entrar en la lógica insurreccional. Es escuchar de nuevo, en la voz de nuestros gobernantes, el ligero temblor del terror que nunca les abandona. Pues gobernar nunca fue otra cosa que aplazar con mil subterfugios el momento en el que el pueblo les colgará, y todo acto de gobierno no es más que un modo de no perder el control de la población”
La insurrección que llega, Comité invisible

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