lunes, 14 de mayo de 2012

En defensa de la educación pública


Artículo publicado en el Ni Un Paso Atrás nº 12, de Mayo 2012
“La educación es uno de los pilares sociales de los países occidentales y su calidad es clave para asegurar la igualdad de oportunidades para todos, minimizando los condicionantes sociales y económicos. En comparación con otros estados de la Unión Europea, España carece de esta calidad en la enseñanza pública y es un derecho por el que todos debemos luchar.”
    Una gran base social del Estado es la educación pública. Esta actúa como institución que engrasa el engranaje del sistema ideológico, y en última instancia económico, esto es la democracia y el neoliberalismo. El sistema educativo denominado "de calidad" no es más que un flujo de ideología pasado por un filtro donde se elimina todo elemento que no aliene o que sea perjudicial para el stablishment, que marca la vanguardia, y para el propio sistema democrático. Para que éste siga manteniendo su estabilidad se comienza depositando en las personas criterios ideológicos que influyen, guiando y por supuesto controlando ideas y pensamientos que marcan un mismo patrón alienante. Así un velo de ignorancia está impuesto y, lejos de lo que en un principio se presenta nacionalizador como una imposición categórica, se va ampliando a un rango global ya que el Estado Español se forma como parte de un todo regido por el mismo sistema económico y, por “diplomacia”, político.
            La supuesta calidad no asegura la igualdad de oportunidades sino más bien la igualdad de ideología , un pensamiento único, en el sistema social de bienestar que impera en occidente, fraguada desde las sociedades pre-capitalistas, y que se hallan abocados a la decepción. En el sistema educativo la conciencia de clase no tiene cabida por lo que todas las personas son concebidas como individuos que forman parte de la sociedad que se mueve en una misma línea ideológica, educados de forma completamente igualitaria. Sin embargo se hayan circunscritos a su    clase, por lo que en función de sus recursos se termina condicionando su futuro que pasa por una educación y termina en un mercado laboral.
            Cuando al pueblo se le quita parte de ese estado de bienestar del que en un principio se han falsamente beneficiado y que es otorgado por el Estado se comienza un proceso de rebelión por la lucha de los derechos que se han de restablecer en el entorno social marcado por la socialdemocracia burguesa, que tiene que mantener a su pueblo en unas buenas condiciones, en un bienestar. Para ello se convocan asambleas, manifestaciones, concentraciones, donde cada individuo puede hacer presencia en señal de indignación por la falta  de sus derechos, los cuales se han enseñado desde la educación pública y otras instancias de ideologización y que son dignos del pueblo por el mero hecho de serlo.
            A lo largo de la historia se han producido movimientos reformistas con el mismo esquema de rebelión, que pretende corregir los fallos del sistema para recuperar el bienestar social como por ejemplo de igualdad, libertad y fraternidad que mejora el carácter democrático endureciéndolo. Lo que no es nuevo para los libros educativos de la historia universal no es nuevo para casi nadie en un pais occidental y en menor medida para el orden que impera desde hace tantos siglos Una educación fuera de la custodia de la hegemonía que organiza,   manipula, programa y controla los valores y principios sociales es la que podría optimizar las condiciones necesarias para la toma de conciencia revolucionaria. Pero ésta solo podría darse en función del conocimiento teórico-práctico de la realidad, limitado según las diferentes clases sociales. Para poder llevarse a cabo se necesita un alto grado de voluntad comunal que en parte se dará cuando los recursos económicos aúnen a una gran parte de la población en una misma clase social un conjunto de factores que se desarrollarán en un proceso lento que mejoraría circunstancias para un revolución alejada de esta oleada de neorregeneracionismo.
            Actualmente el problema no recae dentro de la defensa de la Educación Pública, sino en los intereses de clase de quienes hegemonizan hoy las luchas por ese modelo educativo. El programa político que abandera hoy el movimiento no es más que el resultado de las reformas gubernamentales que están haciendo mella dentro de la clase media, que nunca se ha visto en la situación que la clase obrera siempre ha cargado. Viéndose atacado su Estado de Bienestar, lo reclaman   como hasta ahora había sido, sustentado en la explotación de la mayoría y en el imperialismo, no queriéndose ver en malas circunstancias que no le pertenecen como clase, pues es la que disfruta y construye históricamente el actual sistema, actuando como masa que empuja a los programas reformistas hacia adelante.
            La responsabilidad que ahora atañe a la clase obrera es la de no alienarse con este tipo de dogmas sociales reformistas que, en última instancia, recrean y endurecen las problemáticas dentro de la misma clase trabajadora. No podemos olvidar que las ilusiones de clase media son la primera puerta que tirar.  Y frente a éstas, debemos empeñarnos en construir un referente revolucionario que permita que las luchas cotidianas no se conviertan en una reproducción de nuestra situación como clase explotada, sino que nos ayude a orientarlas hacia los verdaderos intereses de clase, revolucionarios, que han de alimentar a la acción política del proletariado.

“La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Robert Owen). La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.”
Carlos Marx, Tesis sobre Feuerbarch 
* LA FOTOGRAFíA: "Education makes a Nation": “La educación hace a la nación” reza el cartel. Pero en realidad es la nación, entendida como entramado social de la capital, la que hace y construye la educación a su imagen y semejanza, reproduciendo las relaciones sociales existentes.

jueves, 10 de mayo de 2012

NI UN PASO ATRÁS Nº 12: EDITORIAL; ENEMIGO DEL PROLETARIADO

Este mes publicamos el nº 12 del NUPA en el cual hablamos sobre el carácter de clase del Estado y sus fuerzas de seguridad; sobre la Educación Pública. Rememoramos la jornada del 29M en Zamora y recordamos a todos aquellos que han sufrido la represión del capital en los últimos tiempos.


EDITORIAL: ENEMIGO DEL PROLETARIADO



¿No es violencia que te sientas obligado a trabajar un día de huelga porque si no, no podrás comer el resto del mes?
¿No es violencia el que tu jefe te coaccione para no hacerla?
¿No son violencia los recortes?
En los tiempos que corren parece que no.
            Oficialmente ya somos esclavos del capital, pues hasta el obrero más sufrido o el estudiante más sacrificado, justifica las acciones esclavistas que llevan a cabo bancos, empresarios, políticos…y demás personajes que son considerados como ciudadanos de  orden y gente de bien, que solo buscan la reconstitución de la “igualdad social” bajo el estado de bienestar, algo imposible de alcanzar mientras sea el sistema capitalista el que dirija el rumbo de nuestras vidas y, en consecuencia, de nuestro pensamiento. El capitalismo en acción.
            La ideología dominante, resultado del adoctrinamiento implícito que se ha realizado con y por todos los medios posibles durante años; desde las instituciones educativas, hasta los “inocentes” consejos de un empleado moralista, son ahora más visibles que nunca. Nos encontramos en un punto en el que se confunde la inconsciencia política, y por tanto social, con la falta de ideología. Pensamiento que se asemeja y se acerca más al fascismo que a cualquier pensamiento que siga una línea revolucionaria.
            Se ha interiorizado el sistema hasta tal punto, que cualquier actuación de descontento, indignación y  rabia hacia el sistema opresor, es   tachada de violenta, extremista y un sinfín de adjetivos; y todo esto, a pesar de que dichos actos no siempre se rigen por los definidos y marcados objetivos que  persiguen las verdaderas ideologías  revolucionarias.
            Lo dicho anteriormente, toma forma cuando se dan casos tan extrovertidos, e incluso surrealistas, como  la creación de una pagina web por parte de los  mossos d’esquadra, donde piden la colaboración ciudadana para ayudar a identificar a los “radicales ”, que el día de la huelga general del 29M destrozaron inmobiliario público y algunos escaparates. Hay que recalcar que el coste de todos los daños no fue superior al dinero empleado en los recortes que se dan casi diariamente y que si afectan directamente a la vida de las personas a las que estos sinvergüenzas piden    ayuda.
            En este punto, podemos decir que se considera violencia a la expresión de la frustración que el mismo sistema genera y a la incomprensión por parte de las masas de los actuales cambios, que sacan de contexto todos los esquemas de pensamiento elaborados hasta el momento. Y que se desmoronan como consecuencia de las reiteradas actuaciones llevadas a cabo a través de la violencia (física o no) por las distintas partes que forman el entramado que sigue y seguirá empeñado en mantener en pie el actual sistema que solo genera miseria y esclavos. Constituyéndose así, una vez más, como un  órgano destructor de sus propios componentes, algo inherente al sistema capitalista, pues éste es el factor que ha sustentado y sustenta la supervivencia de él en el tiempo.
            Para concluir, poner de manifiesto la urgente necesidad de reconducir el pensamiento de las masas, poniendo  en evidencia quienes son los verdaderos enemigos del proletariado, sus verdaderas intenciones y sus armas, como su capacidad para adaptarse y controlar cualquier reacción que se produzca en contra de sus intereses de clase, porque simplemente controlan el Estado, esa “fuerza especial de represión”.
            Pues el Estado burgués, en  todas sus formas si es consciente que el poder lo tiene el pueblo y éste, por desgracia, a falta de un referente sólido al que aferrarse, está abocado a cometer tales errores, como es ayudar a los encargados de mantener vigente el “orden” que legaliza y afianza la dominación opresora de un clase sobre otra.